jueves, 27 de marzo de 2014

Excel·lentíssima catalanofòbia


Excel·lentíssima catalanofòbia

Les millors perles contra el fet català que han recollit els serveis jurídics del Parlament per argumentar la recusació contra els excel·lentíssims magistrats del Tribunal Constitucional

Especial: Referèndum d'independència de Catalunya 9 de novembre de 2014

 , Parlament | Actualitzat el 26/03/2014 a les 23:59h
Els membres del Tribunal Constitucional Foto: tribunalconsitucional.es

Aquest dimarts al matí, la Mesa del Parlament va decidir presentar la recusació al president del Tribunal Constitucional, Francisco Pérez de los Cobos, i als magistrats Pedro-José González-Trevijano i Enrique López-López, per la seva manifesta aversió no només al procés sobiranista sinó al catalanisme. La recusació, però, no va arribar a temps, perquè poques hores després es difonia la sentència que tombava la Declaració de Sobirania.
 
Però la feina estava feta i, segurament, tirarà endavant. Els serveis jurídics del Parlament tenien enllestit el recurs, de 60 pàgines, amb un recull imperdible de les dedicatòries dels tres juristes al catalanisme. Un document al qual ha tingut accésNació Digital i que esdevé un autèntica guia dels exabruptes cap al catalanisme, més enllà de la relació de tots tres amb el PP i el seu think tank, la Fundació FAES, que entre tots dos han participat en 103 seminaris de la fundació. De fet, els lletrats parlamentaris titllen de "selecto" el recull de les opinions dels excel·lentíssims magistrats del TC sobre Catalunya.
 
Pedro José González Trevijano:
 
-Del llibre La España constitucional, capítol “Territorio constitucional”, pp. 31-33:
   
“...cuando se esgrimen desleales derechos de secesión, ficticias potestades de autodeterminación, imposibles competencias arrogadas de ordenación territorial (..) se impone un saludable recordatorio sobre los rasgos de nuestro territorio constitucional (...) su naturaleza única (..) su carácter indivisible e indisponible (..)”. 
 
-Del llibre La España constitucional, capítol “España tiene una granada”, pp. 80-83:

   
“...hoy se alzan voces que reclaman el reconocimiento de irredentas competencias y ficticios autogobiernos independientes, que reivindican ámbitos de soberanías particulares y excluyentes, que excitan conciencias históricas falseadas (...). La convicción, basada en la verdad histórica, la superioridad del razonamiento y el impulso del sentimiento más noble, de sustentar los principios estructurales del único y vigente régimen constitucional, además de legítimo y legal (...) Un poder constituyente que corresponde al conjunto del pueblo español y, de ninguna manera, a insolventes fraccionadas partes de su integridad colectiva o territorial”. 
 
- Del llibre La España constitucional, capítol “Fuerzas armadas y territorio constitucional”, pp. 193-197:  
 
“...si Cataluña decidiera ejercer su derecho de secesión del territorio nacional, éstas [se refiere a las Fuerzas Armadas, si se suprimiera el artículo 8 CE] carecerían de titulo normativo habilitador para poder invadir dicha Comunidad Autónoma y restablecer, en consecuencia, el orden constitucional (...) hablamos de una defensa material o física de la Constitución, pues hoy su defensa jurídica se atribuye prioritariamente al Tribunal Constitucional. (...) una faceta interna que pone coto a cualquier intento de fragmentación o secesión de parte del territorio constitucional. Un atentado a la integridad territorial del Estado español que llevaría aparejado necesariamente , y a su vez, una violación paralela de nuestro ordenamiento Constitucional, ya que el articulo 2 de la Constitución establece que la Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española”. 
 
- Del llibre La España constitucional, capítol “Té, Café y modelo de Estado”, pp. 228-229:
 
“...de un inicial régimen autonómico diseñado para algunos territorios, se terminó institucionalizando el sistema actual de “café para todos”. Pues bien, hoy las propuestas que argumentan un tratamiento autonómico diferenciado para Cataluña, se han esbozado gráficamente de la siguiente forma: “Se trata que quien quiera café, y quizás tres tazas, pueda tomar tres tazas, y si lo quiere con Leche, también pueda.” Veamos cuáles son los posos de este reclamado café a la carta” (...) La segunda de las ideas se construye al hilo de una noción de soberanía catalana compartida con Europa. La soberanía es sin embargo, por propia definición, ya lo recordaba Bodino, una e indivisible. En España solo hay una soberanía, que no es otra que la descansa en el pueblo español (...) Todo lo contrario es política ficción (..) Así las cosas, formulaciones como las de que Cataluña y los catalanes “son titulares del derecho de autogobierno que les confiere su voluntad nacional expresada repetidamente a través de la Historia”, carecen de respaldo constitucional. Existiendo, no se olvide, respecto de proyectos secesionistas más radicales, el último límite explícito de la “indisoluble unidad de la Nación española”. 
 
-Del llibre La España constitucional, capítol “Cataluña es Estado”, pp. 252-253:
   
“En nuestra España constitucional no existe hoy más que una Nación política, la Nación española (...) Una Nación configurada como Estado, es decir, como organización política y jurídica soberana integrada por un pueblo y establecida sobre un territorio. La soberanía solo es así predicable de la Nación española, conformada institucionalmente en el estado español, y asentada sobre la totalidad del pueblo español (...) Una Nación pues, la española, que se muestra como la exclusiva titular del poder constituyente y primigenio fundamento de la Constitución. Ésta es la cuestión esencial”.
 
-Del llibre La España constitucional, capítol “El derecho de veto de las Comunidades Autónomas”, pp. 254 a 257:  
 
“No hay pues más gobierno soberano que el auspiciado por el pueblo español, y no por disgregadoras facciones independientes y conservadoras de una quimérica y ancestral soberanía. Un pueblo que expresa su voluntad nacional –que no centralismo- por medio de la mayoría, y cuyo más seguro garante, frente a la pulsión de la ruptura secesionista, es la Constitución. (...) Por ello el derecho de veto de formas federales o confederales es intrínsecamente incompatible con un modelo de distribución territorial del poder político, efectivamente muy descentralizado, como es el Estado de las Autonomías, pero que no es stricto sensu un Estado federal (Alemania, Austria, Estados Unidos o Canadá) y, desde luego, absolutamente lejano, estructural y funcionalmente, a una Confederación de Estados”. 
 
-Del llibre Entre güelfos y gibelinos, capítol “La revuelta geográfica española” p. 152:
 
“... sigue perdurando en la clase política nacionalista, dada la propia conformación estructural del nacionalismo,  esencial y eternamente insatisfecho la solicitud de un falsario reconocimiento, de una irredenta y diferenciada singularidad política de ciertos Territorios de España. Y es más, no solo la reclamación de un tratamiento privilegiado frente a las demás tierras del territorio nacional, sino la arrogación, frente a la propia Nación española, de una relación de paridad política y constitucional no importando para ello la acuñación de confusas entidades, junto a sus no menos indescifrables enunciaciones semánticas: «España plurinacional”, España como Nación de naciones», «Estado plurinacional», «Comunidades nacionales», etc. Unas tribus territorializadas en busca de una inventada arcadia feliz, de un retorno inexplicable a no se sabe muy bien que especialísimos y excluyentes orígenes. El objetivo final está claro la ficticia solución a un quimérico conflicto que, lógicamente, sólo están capacitados para solucionar las aureadas fuerzas nacionalistas”.
 
-Del llibre Entre güelfos y gibelinos, capítol “La triste mirada de Cambó” p. 159-161:
 
“... está plagado [se refiere al proyecto de Estatuto de Autonomía], qué le vamos a hacer, de insubsanables vicios, tanto políticos como jurídicos, que habrían recomendado, sin duda, su no aprobación (...) Estamos, en lo atinente a sus disfunciones políticas, ante un proyecto innecesario, toda vez que el desarrollo de autogobierno y el ámbito competencial asumido por la Generalitat ha llegado hasta donde puede hacerlo razonablemente un modelo de descentralización (...) Pero el Proyecto es asimismo inoportuno (...) Estamos ante un Proyecto políticamente improcedente (...) Nos hallamos por si fuera poco, ante un Proyecto inmaduro(...)Y qué decir, por otra pate, de un Proyecto también irreflexivo, pues tensa imprudentemente, dados sus inasumibles contenidos –otros “ines más”- las relaciones entre el Parlamento catalán y el Congreso de los Diputados.  
 
(...) Donde sí hay tachas de insalvable inconstitucionalidades –y seguimos con los prefijos “ines”- es en la obsesión patológica por presentarse, de iure o de facto, como una Constitución alternativa, en todo en parte, ésta sí con mayúsculas, a la Carta Magna de 1978. La infundada arrogación de un poder constituyente catalán primigenio, paralelo y distinto al español. La invocación de inexistentes derechos históricos vinculados a los lejanos años de 1714 o 1931. La indebida fragmentación de una ordenación jurídica –también jurisdiccional- y económica común. La inadecuada y fútil enunciación de una lista de derechos y deberes fundamentales diferenciados a los consagrados, para todos los españoles, en el Título I de la Constitución. La inexplicable supresión de toda referencia a la provincia. El incorrecto blindaje de competencias autonómicas. La inconfesable definición de Cataluña como nación, para poder impeler, en su momento, su derecho a la autodeterminación y la conformación como Estado distinto. El irredento ánimo de modificar unilateralmente la organización institucional/legislativa del Estado nacional. Y, por fin, el indecoroso desprecio hacia la soberanía del pueblo español. 
 
(...) Tras él acecha, tampoco hay duda, la insolidaria búsqueda de un marco privilegiado de relaciones de bilateralidad en lugar de un orden multilateral igualitario. Un modelo de indescifrables rasgos disgregadores confederales, aunque se nos pretenda confundir con una apelación a un más avanzado federalismo.  O la exigencia de una financiación injustificable y privilegiada frente a los demás territorios. En suma un proceso encubierto, en toda regla, de revisión sustancial del régimen constitucional. 
 
(...) Hay, por delante, una tarea ímproba por abordar. La responsabilidad del Gobierno de la Nación tiene que impulsar las prontas e inaplazables acciones, hasta donde haga falta, correctoras”.
 
-Del llibre Entre güelfos y gibelinos, capítulo “La bilateralidad no es el camino”, p. 167, manifiesta en relació al Projecte d'Estatut d'Autonomía de Catalunya, en tràmit al Congrés de Diputats:
 
“(...) me sigue pareciendo rechazable la calificación de nación para Cataluña, por mucho que se nos trate de tranquilizar, con que a diferencia de su inicial peligrosa inclusión en el articulado del Estatuto, ahora sólo se plasmaría en su Preámbulo. ¡Como si lo prescrito en un Preámbulo careciera de dimensión simbólica, relevancia política –que es de lo que se trata-, y hasta de consecuencias jurídicas, pues si es verdad que tal enunciación no disfruta de eficacia inmediata, sí goza de un destacado valor interpretativo!
(...) sin duda, lo que me sigue gustando menos es la música soberanista, y una más que acentuada relación de bilateralidad, perseguida de propósito, entre Cataluña y el Estado español”.
 
-Del llibre Entre güelfos y gibelinos, capítol “L’Elisir nazionalista [sic]”, relatiu a l'Estatut d'Autonomia:
 
“(...) no puedo ir en contra de mis convicciones. ¡Éste no es el modelo de Estatuto que necesita Catalunya, y por ende España! (...) La primera de las razones, por sensibilidad social. Me resisto a pensar que la reclamación autonomista, por lo menos en su tenor excluyente, responda a los deseos reales de la población. (...) Las reclamaciones estatutarias se han vertebrado mayoritariamente, ¡no nos engañemos!, para satisfacer las ansias partidistas de una endogámica clase política y de un exacerbadoclientelismo, al tiempo que para lograr el indefectible respaldo parlamentario para poder gobernar. La segunda razón, por lógica y metodología. (...) No deben ser los Estatutos los que arrastren de facto a una reforma no prevista y tácita de la Constitución: las denominadas modificaciones constitucionales encubiertas o mutaciones constitucionales. Pero hay más. En el Dictamen del Consejo de Estado, del mes de febrero, se postula algo diferente al sentido de la reforma estatutaria aprobada: la conveniencia de cerrar el modelo, poniendo pues coto a sus rasgos centrífugos y fortaleciendo los elementos comunes e integradores.
 
(...) La quinta razón, por causas de inconstitucionalidad/ inoportunidad. Es cierto que el texto del Estatut ha mejorado en el Congreso (Ponencia y Comisión Constitucional), habiéndose eliminado flagrantes violaciones constitucionales, como la conformación de España como Estado plurinacional; la competencia de la Generalitat para convocar referéndum; la excluyente apelación a derechos históricos; y, aunque aquí las reservas son mayores, en la financiación, pues si bien desaparece elpseudoconcierto/convenio, su diseño final incidirá lamentablemente en la solidaridad interterritorial.
 
Aunque, en este punto, lo que no se ha podido subsanar –seguramente porque, a pesar de los esfuerzos, era imposible- es su música soberanista. Basta con leer su pretencioso Preámbulo, acercarse a su disparatada extensión -227 artículos frente a los 57 del Estatut de 1979 o los 169 de la Constitución- para concluir, como ha señalado el profesor Meilán, que éste disfruta de «alma de Constitución y cuerpo de reglamento». Y aquí es donde se justifica la pugna por explicitar la nación catalana, aunque sea sólo en su Preámbulo, como si éste careciera de relevancia jurídica interpretativa y, sobre todo, de dimensión  simbólica, histórica y política (soberanía, poder constituyente y autodeterminación)”.
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Manicomio nacional”, pp. 32-34:
 
“Y qué me cuentan de Cataluña, donde se confirma el error de haber auspiciado una reforma del Estatuto de Autonomía, que no solo no ha satisfecho las expectativas, sino que ha impulsado una radicalización de la clase política. El inclasificable Carod Rovira pide también su referéndum de secesión de una explotada Cataluña por una madrastra Nación española. (...) La pretensión de celebrar un partido de fútbol entre las selecciones de Cataluña y Estados Unidos es así una excusa más para seguir incidiendo en lo que nos separa. Y qué quieren que les diga de las declaraciones de Puigcercós: Cataluña debería pedir abandonar España!”.
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, p. 40:
 
“La agria tensión y el virulento conflicto se expanden desbordadamente entre la clase política, la ciudadanía y ciertos territorios. Algunos de éstos empecinados en conformarse no como lo que son, Comunidades Autónomas que disfrutan de una amplísima autonomía, sino en alternativas naciones y ficticios estados soberanos. En este irreal y sedicente afán, una replegada ciudadanía y unos endogámicos partidos alardean de lo que nos diferencia, mientras desdeñan -como hacen en cambio los pueblos vertebrados y sus responsables estadistas- lo que nos enlaza. Y, mientras tanto, otros cómplices del desatino auspician interesadamente o dan pasiva aquiescencia a vacuas políticas. Pero no podemos prorrogar más tal frívola acefalía política, seguir insensatamente destejiendo, actuar con una suicida discontinuidad y esquizofrénica propensión a la fragmentación y hasta el nihilismo. Ni tampoco manipular. Los pueblos sabios asumen, claro que sí, con sus inevitables luces y sus sombras, su pasado, pero no lo retuercen para arrojárselo a la cara del contrincante político. Hay que poner coto pues al amilanamiento, el rechazo, el antagonismo y ladestrucción del adversario. iLa España nueva que algunos postulan ya existe! iEs la aunada España constitucional del pacto y del encuentro!”.
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “La impunidad no es el camino”, pp. 83-84:
 
“Las tensiones con el nacionalismo radical no son sencillas de sobrellevar, pero mirar hacia otra parte, no es la solución. Ellos no lo van a entender como una manifestación de tolerancia, sino como expresión de debilidad”.
 
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “La bandera encontró su mástil”, p.84:
 
“Éste es un país que le ha tomado gusto a los conflictos (...) El más llamativo, la enloquecida aspiración de autodeterminación -el falsario derecho a decidir- del Plan Ibarretxe y la disparatada pretendida consulta popular vasca de hace unos meses. Aunque el más grave fue la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, cuyas dudas de constitucionalidad no han sido aún despejadas por el Tribunal Constitucional”.
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Se ofrece embajador”, pp.89-90:

 
“... por parte de Carod-Rovira se pedía, ni más ni menos que del mismísimo Ministro de Asuntos Exteriores del Reino de España, el placet para que Cataluña estableciera relaciones internacionales, de tu a tu, es decir, en estricta relación de paridad, con otros Estados ¡Ya tendríamos pues un nuevo embajador en la Península Ibérica! De haberlo logrado, el nuevo diplomático, tras haber cumplido la preceptiva presentación de credenciales en el Palacio de Santa Cruz en Madrid, se encontraría ya investido -debía pensar el insigne arbitrista- de competencia suficiente para acercarse al Foreign Office en Londres, al Quai d'Orsay en París o al Ministero degli Affari Esteri en Roma. Y dentro de poco, quién sabe, hasta para desplazarse, a la cabeza de una ambiciosa legación diplomática, a la mismísima ciudad de Washington y ser recibido en el Departament of State. Entre tanto, se encuentra ya en la India presentando el Diccionario sánscrito-catalán. Lo que no sabemos aún es si, como exigía ingeniosamente el escritor Juan Valera, de todo buen diplomático, el advenedizo embajador «baila bien la polca y gusta de comer pastel de foie-gras»”.
 
 
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “¿Otro imperio austro-húngaro?”, pp.91-92:
 
“Unas reformas estatutarias -sobre todo la catalana, pero también la valenciana (recuerden la «fórmula Camps») y andaluza- que no debieron auspiciarse. Y ello por, al menos, tres razones. La primera, por consideraciones institucionales, ya que es la primera vez, desde la aprobación de los primeros Estatutos de Autonomía en 1979, y sus posteriores reformas, que se insta tal proceso sin el acuerdo de los dos grandes partidos políticos nacionales. Un contrastado despropósito y un infinito error político.
La segunda, por razones de lógica, pues si se desean impulsar cambios en nuestro modelo de organización territorial del Estado, la sensatez impone reformar primero la Constitución, y sólo después hacer lo propio con los Estatutos de Autonomía. ¡Primero se asientan los cimientos y solamente más tarde se coloca el tejado! Y, por fin, por causa de su inconstitucionalidad, pues la mentada reforma estatutaria catalana -en realidad un nuevo Estatuto- contiene serias tachas de inconstitucionalidad: la petulante invocación de una nación catalana (no es irrelevante que ésta se reconozca sólo en el Preámbulo); el listado, como si tratara de una Constitución (pues éste es, en suma, el ánimo que rezuma) de derechos y libertades fundamentales; y su irredenta búsqueda de la bilateralidad paritaria (unas ansias desaforadas de relacionar a Cataluña, de tú a tú, con España). ¡Todo  vale en base al sacrosanto victimismo local y el «hecho diferencial»!
 
Frente a tanto despropósito, estamos obligados a recuperar el sentido común, el pulso de los valores y principios de la Transición Política y el sentido pactado de nuestra Carta Magna de 1978. Pero todo ha de comenzar por asumir los errores cometidos, pues como decía bien el citado Franz Grillparzer, «hay un remedio para las culpas, reconocerlas». Las absurdas ideas de que somos una «nación de naciones» y de que cuanta mayor descentralización mejor, nos llevan a la fragmentación de la Nación y del Estado. Aunque me temo que, al menos de momento, las cosas no van por el buen camino. Espero que cuando nos demos cuenta iy el momento créanme, llegará!, no sea tarde”.
 
-Del libro El discurso que me gustaría escuchar, capítulo “La voz de la historia”, p.93:
 
“Estoy hablando de la localista obsesión autonomista por resaltar únicamente los conocimientos de la tierra, ¡en un sorprendente regreso a la exaltación medieval del terruño! (...) Pero hay algo, con mucho, todavía peor. Desde el nacionalismo se ha falseado una historia -en la mayoría de los casos además común y compartida durante muchos siglos-, mientras se ha construido concurrentemente un panegírico falso de identidades sometidas y esclavizadas por un aniquilador nacionalismo español. Y, por si faltara algo, las escasas atribuciones que mantiene aún el Estado -me refiero fundamentalmente a la Alta Inspección- no pasan de ser competencias meramente teóricas, que éste no ejerce más que de forma ocasional, cuando no ha hecho dejación definitiva de las mismas. Y así se impulsa, día a día, de manera ininterrumpida, la forja de quiméricos mitos, la promoción de inexistentes derechos históricos, la apuesta por la emulación de lo singular y la arrobada defensa de lo más nimio y pedestre. ¡Aunque eso sí, nada importa, si tales avatares son los de nuestro entorno territorial! Todo vale con tal de preservar la pervivencia del clientelismo y la diferenciación a toda costa. Así las cosas, estamos necesitados, en este caso sí, de una auténtica catarsis educativa.”
 
 
-Del llibre  El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Suspenso constitucional”, pp.97-99:
 
“... hay ocasiones donde los poderes públicos, enajenados por una incomprensible sin razón, esbozan reclamaciones que violentan, de forma grosera, los postulados nucleares de nuestro vigente régimen constitucional. En tales ocasiones, se desconocen por tanto directa y principalmente los elementos esenciales conformadores de la Carta Magna de 1978.
Esto es lo que ha acontecido, hace unos días, con la solicitud de la Ejecutiva de Esquerra Republicana de Catalunya de instar un referéndum de autodeterminación. Una estrafalaria petición soberanista que, lejos de ser rechazada enérgicamente por Convergencia Democrática de Catalunya, ha sido objeto de una extraña reclamación de más detalles por una Directiva que, obviamente, no ha querido quedarse atrás en la cansina reclamación nacionalista. Por lo que se ve, algunos están empeñados en dar satisfacción a Azaña, cuando señalaba que «la tontería es la planta que mejor se desarrolla». Hablamos, en todo caso, de una solicitud absolutamente inviable de conformidad con los más estructurales parámetros de la vigente constitucionalidad nacional y hasta europea. Unas razones que podemos sintetizar fundamentalmente en cuatro. (...) Así que, a ver si estudiamos un poco más, que falta hace, (...) no vaya a ser que tengamos que asumir las palabras de Alejandro Dumas hijo: «Prefiero los malvados a los imbéciles porque aquéllos descansan»”.
 
Del libro El discurso que me gustaría escuchar, capítulo “Qué tostón de señores”, pp.103-104:
 
“Estoy hablando de un desesperado Juan José Ibarretxe y un inclasificable Carod Rovira. Dos políticos que desempeñan no obstante importantísimas funciones de gobierno, lo que da a sus cansinas bravuconadas una grave significación. El primero, en tanto que Lehendakari, y el segundo, como Vicepresidente de la Generalitat de Cataluña. Ambos, por lo que se ve, anhelan transformarse -aunque sin éxito- en dos especialistas de la democracia directa, reclamando, entre acongojantes suspiros, la convocatoria de respectivos referéndums de autodeterminación. (...) El problema estriba en que, en cuanto se profundiza en sus fanfarronas aspiraciones, éstas carecen de fundamento. Y ello por tres razones. Primera: porque no gozan de competencia (...) Segunda: porque nadie lo quiere (...) Y tercera: porque el Estado de Derecho no se lo va a consentir.”
 
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Los tres cerditos”, pp.105-106:
 
“Una moraleja predicable de la inconsistente propuesta –la celebración de un referéndum de autodeterminación del País Vasco el 25 de octubre de 2008- (...) En este caso, el soplo no será del Lobo Feroz, sino el de la Nación española y sus legítimas Instituciones del Estado (...) Así las cosas, léase despacio esta fábula y extráigase su moraleja. (...) iEolo, dios del viento e hijo de Hípotes, encarnado hoy en la soberanía nacional, echará por tierra tan descabelladas pretensiones! El Estado de Derecho goza de medios para hacer cumplir la Constitución y la ley: desde su impugnación ante el Tribunal Constitucional (art. 161.2), hasta la aplicación, no deseable, pero aquí está, del artículo 155. Una disposición que habilita al Gobierno, con el respaldo de la mayoría absoluta del Senado, para adoptar las medidas para preservar la constitucionalidad. Nadie, y yo el primero, desea su interposición, pero si persiste en su contumaz desafío, el Estado de Derecho tiene los resortes para salvaguardar sus principios y valores.”
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “LLD”, p.107, en alusió a la proposta del Lehendakari:
 
 
“la soberanía no está depositada en fragmentadas entidades políticas, ni en unos u otros territorios, sino en el pueblo español en su conjunto. (...) . Así que, no sólo los vascos, sino la totalidad de españoles, residentes o no en Euskadi, tendríamos mucho que decir ante tan esquizofrénico referéndum de autodeterminación.”
 
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Cien veces no”, pp.109-110:
 
“Los nacionalismos son contumaces en sus reclamaciones. No cejan en su inflexible hoja de ruta. Unas cansinas exigencias que, como las sonoras matracas de Semana Santa, resuenan impenitentemente en nuestros cansados oídos. Los nacionalismos, quien lo duda en estos años de régimen constitucional, se presentan inasequibles al desaliento. Y además no van a alterar sustancialmente su actuar. Su petrificada expectativa sigue inamovible: el anhelo cada día más explícito y desafiante -tras la eufemística monserga «del derecho a decidir»- de conformarse como una Nación política independiente y, por ende, como un Estado soberano. (...) Un sueño megalómano que, desde Cataluña, algunos quieren también resucitar en aras de un mesiánico pancatalanismo en 2014. ¡Unas hipótesis, dicho sea de paso, que tampoco deben quitarnos el sueño! Nuestro Estado de Derecho dispone de los medios, llegado el caso, para abortarlas.
 
( ...) Ante ello, los que creemos en la existencia de una única nación –la Nación española-, la presencia de un único poder constituyente atribuido al pueblo español en su conjunto- y la vigencia de una constitución de todos y para todos los ciudadanos españoles -la Constitución de 1978- tampoco debemos cejar en explicitar férreamente nuestras convicciones. Sobre todo, cuando hay argumentos de irrebatible calado histórico, constitucional y político.”
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “El falso derecho a decidir”, pp.116-118:
 
“La cantinela nacionalista no tiene límite en sus megalómanas aspiraciones soberanistas, ni conoce restricciones en sus vías de espúrea ejecución. Quizás la naturaleza de las pretensiones del nacionalismo actual le imposibilita poner límite político y constitucional a las reclamaciones de infinito autogobierno. La mejor prueba es la triste contumacia del Lehendakari en empeñarse en alucinógenas pesadillas de conformación de estatalidad propia. A tal fin, ahora tocaría la propuesta del «derecho del pueblo vasco a decidir» el próximo 25 de octubre que recoge la Ley 9/2008, de 27 de junio, del Parlamento vasco. Nada verdaderamente novedoso –recuerden el Plan Ibarretxe de 2004-, pero jurídica y políticamente inabordable en nuestro régimen constitucional. (...)
 
(...) Nación en la Constitución no existe políticamente más que una, la Nación española, que es la que decide (...) Soberanía no hay más que una, y ésta se asigna al pueblo español en su integridad (...)  La Nación es un prius a la Constitución. Por lo demás, tales referéndums/consultas son de única competencia estatal.
(...)   Los vascos claro que disfrutan de un “derecho de decisión”. Pero se trata de un derecho recogido en la misma Constitución y no en un fantasmagórico marco internacional habilitador de infundadas ansias independentistas. Un derecho que los vascos, como catalanes o riojanos, expresan dentro de los parámetros de constitucionalidad (...) Las Constituciones son obra de las Naciones políticas, las únicas realidades soberanas conformadas hoy como Estados independientes. Lo otro se denomina deslealtad, salvo que se disfrute de las mayorías cualificadas para auspiciar, ¡cosa que no se tiene!, tan profundísimos cambios constitucionales (…)
 
( ...) Además, en esa hipotética consulta, ¿quienes estarían llamados a las urnas? (...) Y por otro lado, ¿es que el resto de españoles no tenemos nada que decir? El reciente Dictamen del Consejo de Estado de 3 de julio de 2008 lo señala certeramente: una fracción del cuerpo electoral –el vasco- no puede condicionar las decisiones del único poder soberano: el pueblo español.”
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “La justicia manda”, p.178:
 
“La segunda buena nueva ha sido la declaración de inconstitucionalidad y nulidad por el Pleno del Tribunal Constitucional, y asimismo por unanimidad, de la Ley del Parlamento vasco 9/2008, de 27 de junio, de convocatoria y regulación de una consulta popular al objeto de recabar la opinión ciudadana en la Comunidad Autónoma del País Vasco sobre la apertura de un proceso de negociación para alcanzar la paz y la normalización política. Se ponía fin jurídico a una desleal propuesta soberanista -en la línea del ignominioso Acuerdo de Lizarra-Garazi de 1998 y del desgraciado Plan Ibarrtexe de 2004- que vulneraba las raíces de nuestro régimen constitucional. Y aquí sí, la sensación es dulce. De una parte, por la prontitud de la resolución -seguimos a la espera en cambio de la muy necesaria sentencia sobre el Estatuto de Autonomía de Cataluña-, como por su adopción por la totalidad del Tribunal. Y, de otra, por el desarrollo de sus argumentos y por su fallo ejemplificador.”
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Hablemos de ¡’Idiotas!’”, p.205:
 
“Una mamarrachada que no es sin embargo nueva, toda vez que este vacuo progresismo se encuentra ya consagrado en muchas de nuestras últimas leyes. Lean, por ejemplo, los Estatutos de Autonomía de Cataluña y de Andalucía, con sus cansinos e insufribles dobles plurales de «ciudadanos y ciudadanas», de «parlamentarios» y «parlamentarias».”
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Desvaríos políticos”, pp.206-207:
 
“... cuatro siguientes casos de desvarío político-constitucional. El primero, la aprobación por el Parlamento vasco, en una decisión que provoca vergüenza, de la propuesta secesionista del Lehendakari Ibarretxe que sigue empecinado en su suicidio político. Una falsaria y cansina monserga nacionalista empeñada en agrandar ficticiamente problemas de convivencia política entre españoles. Pero él, ¡que más le da con tal de garantizarse un resultado electoral cada vez más comprometido!, está dispuesto a despeñarse por los acantilados de la inmoralidad la inconstitucionalidad y la deslealtad. No puede entenderse de otra forma una conducta indigna, que no diferencia -se diga lo que se diga- entre decentes ciudadanos y chantajistas terroristas, que no distingue entre el respeto a la Constitución y las leyes y su violación más burda y que no siente rubor en explicitar diariamente las más graves ofensas. (...)Y, para terminar, una tal Onmiun Cultural,. ¡vaya nombrecito!., pone en entredicho la legitimidad del Tribunal Constitucional para enjuiciar la constitucionalidad del Estatuto de autonomía de Cataluña. A ver si sus integrantes también se leen la Constitución. De hacerlo, comprobaran que éste es el órgano habilitado -como en Italia o Alemania- para enjuiciar la constitucionalidad de las leyes. Su legitimad proviene, ni más ni menos, que de una Constitución democrática aprobada por una amplísima mayoría ciudadana -incluida Cataluña- en 1978. ¿y la suya, de dónde proviene? ¡Serán borricos!.”
 
-Del llibre El discurso que me gustaría escuchar, capítol “Chapeau, profesor Peces-Barba”, pp.336-364:
 
“A las citadas reformas [se refiere a la Constitución] yo añadiría otras: el cierre del modelo autonómico  -ya sopesado en el Informe del Consejo de Estado- y la fijación de una mayoría más agravada para la reforma de los Estatutos de Autonomía.
Sobre estos últimos, por cierto, también es acertadísimo su juicio:  fue desafortunado el proceso de reforma estatutaria  sin haber impulsado antes la revisión de Constitución y la Ley Electoral.  Unos Estatutos –se apostilla- «tan permisivos  y tan difícilmente sostenibles con la Constitución». España, aunque funcione en la práctica como un sistema federal no lo es estructuralmente: ya que las Comunidades Autónomas nunca han disfrutado de soberanía, al tiempo que las relaciones de bilateralidad –como la reclamada  desde el gobierno de Cataluña- no es propia del federalismo, caracterizado precisamente por el multilateralismo, ni tampoco cabe en la Constitución. En cuanto a la legislación electoral –que hoy prima la representatividad de los partidos nacionalistas-, se postula el incremento de hasta 400 miembros del Congreso de los Diputados al hilo de la creación de una nueva demarcación, donde “irían a parar todos los restos de los votos no utilizados en cada una de las circunscripciones provinciales”. Y una sensatísima afirmación: “Las reivindicaciones de los territorios no pueden estar por encima de la unidad de España, ni del interés general. Solamente desde la unidad se defienden las peculiaridades de los territorios y los derechos de los ciudadanos. Por ello, El Plan Ibarretxe no es más que –se afirma- “una broma, aunque siniestra”. El derecho de autodeterminación no es posible en ninguna Constitución democrática, y por eso tampoco entre nosotros.”
 
-Intervenció  en los Campus FAES dels anys 2006 i 2007, sobre Estatut de Catalunya:
 
“...los contenidos materiales del proyecto de reforma estatutaria de Catalunya suponen, en ocasiones de facto, y en otras de iure, una mutación esencial, decíamos, del modelo de organización territorial actual del propio Estado y, por lo tanto, de la mismísima Constitución, que quedan, de esta suerte, alterados, cuando no violentados. Y lo que es más preocupante (...)en las ideas fuerza que han conformado nuestro vigente régimen constitucional. Me estoy refiriendo, de manera especial, a la noción de soberanía, a la enfermiza extensión de la bilateralidad en las relaciones entre el Estado y la citada Comunidad Autónoma, al blindaje de las competencias propias del estado, a la difuminación del Estado para poder dictar en el ámbito de sus competencias la denominada legislación básica y a la fragmentación del principio de solidaridad interterritorial entre Comunidades Autónomas”. 
“(...) en los últimos años, y como consecuencia sin duda del desbordamiento del marco constitucional y de forma específica de lo que ha sido un proceso, al menos a mi juicio, de reformas constitucionales tácitas (...) que han desvirtuado lo que yo creo que es la recta comprensión del texto de la Constitución...”.
 
Enrique López
 
“Elogio de la Constitución”, 9.12.2012:
 
“Nuestra norma magna selló un pacto entre todos los españoles, incluidos muchos nacionalistas, donde se sentaron las bases para hacer una España en la que todos cupiéramos. Cualquier intento de propuesta de reforma habrá de ir acompañado de una necesaria explicación que explicite en qué vamos a mejorar; eso sí, mejorar todos, y no sólo algunos” 
 
“Somos muchos los españoles que nos seguimos sintiendo a gusto con esta Constitución, norma anclada en un principio básico tal cual es que la soberanía popular reside en el pueblo español y que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles”.
 
“... se alza el título octavo –de la organización territorial del Estado– como la gran cuestión, una cuestión permanentemente abierta para algunos, como si se tratara de un matrimonio en el que la dulce rutina enmascara la desaparición del amor verdadero. Pero no es así. La desafección de algunos no puede cuestionar la lealtad de otros y querer convertir en pura rutina la lealtad y la afección que siempre ha guiado nuestra conducta. El problema de nuestra Constitución no es un problema de obsolescencia, es sencillamente un problema de desafección y deslealtad constitucional...”.

-“Buen pie”, 6.01.2013:
 
“...el problema surge cuando a procesos de graves crisis económicas se les unen intentos de desestabilización política y social. Esta mezcla puede ser explosiva, y en algunas ocasiones germen de cruentas revoluciones. En España nunca se ha hablado más de la Constitución como en los últimos tiempos, algunos proponen sencillamente su arrumbamiento para permitir desarrollos independentistas.”
“En estos momentos se está anunciando de una manera expresa un desbordamiento de la Constitución, consistente en el inicio de un proceso independentista en Cataluña; no hace falta un análisis jurídico excesivamente sesudo para advertir que cualquier proceso de este tipo se enfrenta formalmente a nuestra Constitución, la cual define, desarrolla y articula un estado basado en la indisolubilidad de la nación española.”
 
“Memoria y realidad”, 3.03.2013:
“Es el momento de apostar por nuestro Estado de Derecho y por la Ley y no generar falsos debates sobre democracia y Ley, puesto que la democracia sin cumplimiento de la Ley no es posible. No se puede caer en frivolidades irresponsables, como comenzar a enfatizar sobre la diferencia entre legitimidad y la legalidad, dirigiendo un peligroso mensaje de que cuando la segunda se opone a la primera, es posible superar el marco legal, y utilizar vías de hecho, generándose desorden y caos social. Esto es muy peligroso, puesto que la legitimidad a veces es muy subjetiva y lo puede justificar todo...”.
 
“¿Por qué?”, 24.03.2013:
 
“A partir de ahí hay muchos puntos de encuentro y uno pasa por forjar un idioma común, lo cual hace minúsculo el problema del idioma en España, teniendo en cuenta que el castellano, llamado español fuera de España, es una de las lenguas más habladas el mundo. Todo hace pequeño el debate de nuestro país, y concretamente de algunas zonas. Hace pocos días hemos visto cómo el nombramiento de un nuevo Papa es seguido en todo el mundo, y eso sí que es un factor de globalización, y no sólo para los católicos, (por cierto un jesuita que ama a San Francisco de Asís). Esto hace que otros debates sean pequeños y de gente pequeña y se conviertan en debates provincianos, con todos mis respetos. En estos momentos estamos construyendo una nueva Europa, que debe partir de una España unida, en la que hay que hacernos valer, y aunque asumamos el inglés como lenguaje vehicular, hay que saber que hablamos la segunda lengua más usada del mundo, porque lo del chino es un cuento, y eso exige unidad.”
 
“Unidad de destino”, 28.04.2013:
 
“[Ortega y Gasset] ... amaba el concepto de nación, pero aborrecía el de nacionalismo, entendiéndolo como un concepto agresivo, tribal y excluyente, muy alejado de su proclamada aspiración de alcanzar una idea integradora y plural de España, una realidad entendida como «gran unidad histórica» y como «unidad de destino»
Como decía Ortega, [España] es una gran unidad histórica y una unidad de destino, de tal suerte que de ésta, o salimos unidos y todos juntos, o implosionaremos
...hemos sido el segundo gran imperio del mundo, después del romano, el primero, y que junto con el actual de Estados Unidos, son los tres grandes imperios hegemónicos que ha habido en la historia mundial.
 
Este momento no permite agendas propias, ni permite proyectos personales y colectivos excluyentes... no sólo es el momento de permanecer unidos, al margen de que cada uno haga lo que tenga que hacer, y esté en su sitio, es el momento de transmitir a la sociedad la sensación de unión, proyecto común y unidad de destino”.
 
 
“España vertebrada”, 02.06.2013:
 
“...en su momento se inventó el concepto de nacionalidad como algo más que una región y menos que una nación, y sirvió, para generar un consenso básico entre todas las fuerzas políticas, y a su vez un enorme refrendo popular. Nuestra Constitución aporta una idea de sujeto constituyente caracterizado por su homogeneidad e indivisibilidad, a la vez que se constituye en vínculo político que canaliza la lealtad ciudadana y el patriotismo.
 
Hay que apostar por una institucionalidad más reducida, pero mucho más eficaz, determinada a ayudar al ciudadano, y no a generar medios de vida para algunos, algo de lo que en España, y sobre todo en la administración autonómica y local, se sabe mucho... en este necesario y nuevo paradigma, se deben expulsar las paradojas del nacionalismo exacerbado, la corrupción y la ideología demagógica, y todo ello, en el seno de un marco institucional cada vez más pequeño en tamaño, y más fuerte en su función. Éste es el camino emprendido y no podemos abandonarlo, los cantos de sirena ya no sirven.”
 
Francisco Pérez de los Cobos:
 
“Que la reforma del Estatut de Autonomía catalán, cuya tramitación se ha aceptado en las Cortes, representa un verdadero órdago para la estabilidad constitucional, y no conozco ningún jurista digno de tal nombre que se atreva a afirmar lo contrario (...). Pero el Estatut y sus excesos no son, a mi juicio, el principal problema sino una manifestación del mismo. El verdadero problema, y creo saber de qué hablo, es que, como consecuencia de errores del pasado, varias generaciones de catalanes han sido ya educadas en el desprecio, expreso o tácito, hacia la cultura española, y el Estatut es la primera manifestación política de ese desprecio”.

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